Alimentando el Espíritu y el Corazón
El espíritu y el corazón del ser humano, al igual que su mente y cuerpo, deben ser alimentados en todo momento. Nadie está integralmente completo si descuida estas dimensiones de su ser. Sin embargo, es muy fácil descuidarlas.
Es vital fortalecer nuestra espiritualidad día a día, encontrar momentos para establecer una conexión con nuestro Creador, independientemente de la religión que practiquemos, apartarnos del ruido exterior y sumergirnos en pensamientos, oraciones, lecturas de la Palabra, acciones de amor al prójimo y todo aquello que enriquece el espíritu y corazón del ser humano, ese soplo que junto a la vida nos fue otorgado desde nuestra concepción.

Estamos viviendo tiempos que requieren acercarnos más que nunca a nuestro prójimo, nuestro próximo, el de la par, el de aquella esquina, el familiar que nadie visita ni ayuda, el vecino o el anciano que está solo o enfermo; particularmente debemos acudir en busca de aquellos más necesitados de amor traducido en servicio, atención, cuidado, escucha, es el momento de otorgar tiempo para el otro, de compartir lo material y los dones espirituales que todos poseemos. Es
tiempo de ser solidarios unos con otros. La mayoría de las veces no necesitamos ir muy lejos para encontrar a esos necesitados, posiblemente están en nuestros hogares, nuestras familias, en el vecindario, entre nuestros compañeros, amigos y aquellos que no nos simpatizan.
Hacemos oración y alimentamos el espíritu y corazón al servir al prójimo, al amarlo en su necesidad y hacerlo como decía Madre Teresa de Calcuta, con dolor, que nos cueste, no como una simple rutina u obligación, no, que nos cause malestar y nos saque de nuestra zona de confort el donar mi tiempo, mi espacio, mis cosas, mi comida favorita, mi ropa favorita, ese dinero que guardo para disfrutar alguna diversión; a ese dolor se refería. El dar con amor, el darme a los demás. Sólo si nos duele darnos y dar, estamos verdaderamente encontrando el alimento que revitaliza nuestro espíritu y corazón. No perdamos la oportunidad que encontramos a cada paso para servir. Nutramos nuestro espíritu y corazón en el encuentro con el otro.
Dios los bendiga en unión de su familia y su prójimo.
