Dicentra: poema

Te he mentido, te he fallado corazón mío. Te he dañado, magullado estás y aún así continúas acá.
Motor de vida eres, poco apreciado a veces. Te he entregado un sin fin de veces y aún así, sigues acá.
No me sorprendería, y no reclamaría, tu silencio total, ni tu fallo fatal; más capaz sé que no eres de acto tan mortal, porque aún sigues acá.
Inocente, puro eres, más en ocasiones frío te sientes. Tan solo algunas veces he dudado de tu existencia, pero siempre has llegado con un bienhechor afán de incongruencia.
Locuaz y sin frenar has llegado a amar, tan solo una vez, pero suficiente para derramar vida en papel con tinta, sin perder la pinta un solo día; sin perder la vista que devota está en la sonrisa aquella de un tal mandamás.
Cautivado estabas por la vida misma, sin duda mia. Mantenías mi día sin preocupación divina, Mas hoy te encuentras sombrío y cansado de la decepción que algún día todo el mundo te dio.
Y algunos días te siento esperanzado con la existencia ligera de un ser con fineza y belleza, que tan solo tú puedes percibir.
¡OH corazón mío!, prudencia, clemencia, grandeza has de encontrar, porque no hay duda de que eres capaz, más la vida injusta que se te da, por parte mía, quisiera borrar.
Ya verás que algún día libre serás, abriendo tus alas lo entenderás, cual mariposa has de emerger y como dicentra, permanente has de ser. Protegiendo tu dignidad, tan hermoso serás y sé que florecerás acá sin más.
Anónimo