EDITORIAL
Hagamos un alto


Iniciemos por definir los valores como principios, virtudes o cualidades que determinan a una persona, son inherentes al ser. Esta afirmación nos direcciona al compromiso que tenemos para realizar acciones que evidencien el bien común, todos aquellos actos que impactarán nuestro presente y futuro.
Necesitamos un tiempo de cambio, un momento de reflexión sobre el modo en que nos comportamos; la manera en que nos relacionamos con otros, el uso del lenguaje. Carecemos de la orientación correcta para afrontar nuestra realidad, vivimos en un entorno cargado de antivalores. López Quintaz (2018) señala que los valores no nos arrastran, sino que nos atraen; se ofrecen a nuestra inteligencia, a nuestra libertad y esperan que los acojamos de manera activa para proyectar nuestra vida.
Además, es prioritario ser transformados para descubrir la grandeza que existe en nosotros y poder ver la riqueza de los demás, esa esencia que nos hace únicos dejando a un lado la superficialidad. El llamado es a trabajar nuestra afectividad, conocernos a nosotros mismos, reflexionar y analizar si son correctos nuestros comportamientos. Hace falta ir en búsqueda del trabajo bien hecho, la gratitud, prudencia, responsabilidad, respeto, amor y honestidad. En todo este proceso, es preciso tener claro que todas las contradicciones que vivamos por poner en alto nuestros valores nos pueden debilitar, pero sin duda nos llevará a lograr cambios profundos y a ser mejor personas.
Finalmente, quiero animarte a ser diferente, a dejar un legado de buenas acciones y positivismo, vivamos nuestro programa de liderazgo. Atrévete a ser agente de cambio para que nuestras acciones hablen de quiénes somos, decide impactar sin hacer daño a nadie.
